miércoles, 30 de noviembre de 2016

Efectos del Deporte en el ciclo menstrual


Como ya sabemos, el deporte, en especial el de competición, afecta al comportamiento de nuestro cuerpo y puede alterar algunos de sus procesos. Uno de los casos más notables, al que nos dedicaremos en esta ocasión, es el ciclo menstrual en la mujer.

La práctica de deporte puede reducir los dolores menstruales


Debemos partir de que el ejercicio es algo positivo para nuestra salud, y el ciclo de menstruación no es una excepción. Además de todos los beneficios que de por si entraña la práctica deportiva tanto a nivel físico como psicológico, cabría destacar que, frente a los dolores que pueden darse durante el periodo menstrual debido a procesos como la ruptura del folículo, la práctica de ejercicio podría actuar reduciendo la intensidad de estos dolores.

A modo empírico, cabría destacar que el trabajo muscular exige un mayor aporte sanguíneo al musculo, esto reduciría la congestión en otras zonas del cuerpo, entre ellas la zona pélvica, esta reducción en la congestión sanguínea de la pelvis podría disminuir el dolor menstrual. Este entre otros aspectos debe hacernos pensar que, no se debe pasar por alto la actividad física en estos periodos. El problema se puede presentar ante la práctica de deporte a cierto nivel de exigencia, como es el deporte de competición.

El efecto del deporte de competición en el ciclo menstrual


El deporte de competición somete el cuerpo a una serie de cambios, que pueden afectar a algunos procesos fisiológicos como el que nos ocupa. La amenorrea, ausencia de menstruación, es uno de esos trastornos. La amenorrea puede ser primaria, si siendo mayor de 15 años y habiendo experimentado otros cambios normales propios de la pubertad no se ha pasado por la primera menstruación, o bien secundaria, cuando sin estar embarazada una mujer carece de menstruación durante tres ciclos consecutivos; ambos casos de amenorrea pueden relacionarse con la práctica de  deporte a cierto nivel de exigencia.

En algunos deportes femeninos, como por ejemplo algunas disciplinas del atletismo, el peso corporal puede verse reducido notablemente, ya sea por efecto de la dieta o por la exigencia del deporte en sí, la cual cosa disminuye la presencia de tejido graso. Algunos estudios muestran que factores hormonales secretados por el tejido graso, como la latina, median en las funciones reproductoras de la mujer actuando sobre el ciclo menstrual, por lo tanto, el descenso en los niveles de grasa puede afectar los procesos involucrados en este ciclo.

Un índice de grasa muy bajo puede alterar el ciclo menstrual


Otras hormonas como la adiponectina, cuya presencia en sangre es inversamente proporcional a la índice de grasa corporal, se vería afectadas por la pérdida de peso; niveles altos de adiponectina podrían reducir los niveles de hormona leutenizante, la cual tiene un papel primordial en la estimulación ovárica durante el ciclo menstrual. En la misma línea también ha observado, que pueden darse alteraciones a estos niveles en mujeres con un índice de grasa corporal por debajo del 22%; por otro lado, algunos estudios también demuestran que  para que pueda darse la primera menstruación deben mantenerse valores de almenas un  17% de grasa corporal.

Del lado contrario, otros estudios dicen que no es el índice de grasa, sino la energía de la que se dispone la principal causante de  los  trastornos  menstruales. Un balance energético negativo, es decir, un consumo de energía por encima del aporte de esta, puede causar fallos en la función cerebral, alterando los procesos de segregación de hormonas como las gonadotropinas, entre las que se encuentra la hormona leutenizante de la que ya hemos hablado,  que están implicadas en los procesos de menstruación. Además de estas alteraciones a nivel físico, el deporte de competición, puede generar estrés psicológico, la cual cosa aumenta los niveles hormonales de cortisona.

La cortisona puede afectar también a la secreción de las hormonas gonadotropinas. Si estos efectos no se controlan, podrían a corto plazo, provocar infertilidad debido a la no ovulación, la cual cosa debería revertirse al descender el nivel de actividad física. O a largo plazo, conllevar alteraciones en la densidad ósea, funciones cardiovasculares, y maduración de mucosas urogenitales; secundarias al descenso en los niveles de estrógenos.

Junto con la amenorrea, otras dos alteraciones frecuentes en la mujer deportista son la  osteopenia/osteoporosis prematura, debido como ya hemos dicho a niveles bajos de estrógenos que reducirían la densidad ósea, y los trastornos alimentarios, generado sal intentar conseguir pesos corporales bajos que faciliten la competición.

Estos tres fenómenos constituyen lo que se conoce como “la triada de la mujer atleta”, a la que se prestara mayor atención en próximas publicaciones.

El bajo rendimiento  causado por el ciclo menstrual


Girando el enfoque, debemos tomar en consideracion tambien que, en funcion del punto del ciclo menstrual en que se encuentras la deportista su rendimiento puede verse afectado. Algunos estudios muestran que el rendimiento deportivo puede verse afectado en las fases menstrual y premenstrual, especialmente en esta última, debido a retención de liquidos y a posibles alteraciones del ánimo.

Por el contrario, en fase inmediatamente post-menstrual la función neuromuscular y el rendimiento muscular individual presentan su máxima eficiencia, por lo que el rendimiento deportivo general será óptimo.

En la elaboración de un programa de entrenamiento femenino es importante tener en cuenta las alteraciones que el deporte puede provocar en el ciclo menstrual, así como la repercusión de este ciclo en la actividad física, intentando buscar un equilibrio entre estos aspectos y buscando siempre el mayor beneficio para la salud de la deportista.
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